La tónica gris londinense se dotó de la calidez de algunos rayos solares y el recorrido de la antorcha olímpica para animar a la capital británica, seis días antes de la apertura oficial de la gran cita deportiva mundial.
Un sábado que arrancó prometedor con el cielo más despejado de lo habitual, entusiasmó bastante a turistas y residentes en la urbe que alberga cifras superiores a las 30 mil personas directamente involucradas con los XXX Juegos Olímpicos de Verano.
De momento no apareció la lluvia aunque las nubes volvieron a su habitual gris. Sin embargo, la gente parecía contenta con el trayecto citadino de la llama olímpica, luego de 12 mil kilómetros de recorrido por el Reino Unido.
Durmió anoche en uno de los sitios emblemáticos de la urbe, la Torre de Londres, y hoy volvió reactivarse. Acogida en la ribera norte del Támesis, en pleno Palacio Real y Fortaleza de su Majestad en su año de jubileo.
La Torre es sin dudas el punto focal de la seguridad de los Juegos, porque guarda celosamente las medallas de oro, plata y bronce que se otorgarán a los ganadores durante las lides del 27 de julio al 12 de agosto.
Espléndida imagen en su salida de tanta pompa e historia de 10 siglos, al tropezar ineludiblemente con el London Tower Bridge, el majestuoso puente levadizo que cuelga actualmente cinco enormes anillos olímpicos cortejando las apacibles aguas del caudaloso río.
Un tema siempre de color que le dice a la sede olímpica que las mayores competiciones cuatrienales del orbe ya son una realidad, por tercera ocasión en este caso luego de los encuentros más modestos y menos comerciales de 1908 y 1948.
La antorcha, que acrecienta la ansiedad por develar el secreto sublime de toda Olimpiada en tiempos modernos, la forma en que será encendido el pebetero la noche del 27 de julio, se paseó por el Greenwich Park, sede del famoso meridiano y del observatorio real.
Nadia Comaneci, la otrora niña de los 10, por sus calificaciones perfectas en la gimnasia de la justa olímpica de Montreal-76, fue una de las protagonistas este sábado del movimiento de la antorcha por Londres.
Empero, otras personas no la pasan también con este espacio de alegría que constituye un evento de tal naturaleza que agrupa a todos los países del concierto de Naciones Unidas y, en total, a 204 comités olímpicos nacionales.
De acuerdo con fuentes concordantes, la policía emprendió acciones de limpieza y seguridad en las llamadas zonas rosas de la ciudad, con acento en los burdeles, bares de dudosa reputación y barrios marginales.
El alcalde de Londres, Boris Johnson, no niega el propósito de reducir a la mínima expresión las actividades de la prostitución, al considerar que se asocia con bastante frecuencia al consumo y tráfico de drogas.
Tampoco ofrece una imagen agradable el despliegue de militares en todos los sitios relacionados con los Juegos Olímpicos para rígidos controles de seguridad.
Un sábado que arrancó prometedor con el cielo más despejado de lo habitual, entusiasmó bastante a turistas y residentes en la urbe que alberga cifras superiores a las 30 mil personas directamente involucradas con los XXX Juegos Olímpicos de Verano.
De momento no apareció la lluvia aunque las nubes volvieron a su habitual gris. Sin embargo, la gente parecía contenta con el trayecto citadino de la llama olímpica, luego de 12 mil kilómetros de recorrido por el Reino Unido.
Durmió anoche en uno de los sitios emblemáticos de la urbe, la Torre de Londres, y hoy volvió reactivarse. Acogida en la ribera norte del Támesis, en pleno Palacio Real y Fortaleza de su Majestad en su año de jubileo.
La Torre es sin dudas el punto focal de la seguridad de los Juegos, porque guarda celosamente las medallas de oro, plata y bronce que se otorgarán a los ganadores durante las lides del 27 de julio al 12 de agosto.
Espléndida imagen en su salida de tanta pompa e historia de 10 siglos, al tropezar ineludiblemente con el London Tower Bridge, el majestuoso puente levadizo que cuelga actualmente cinco enormes anillos olímpicos cortejando las apacibles aguas del caudaloso río.
Un tema siempre de color que le dice a la sede olímpica que las mayores competiciones cuatrienales del orbe ya son una realidad, por tercera ocasión en este caso luego de los encuentros más modestos y menos comerciales de 1908 y 1948.
La antorcha, que acrecienta la ansiedad por develar el secreto sublime de toda Olimpiada en tiempos modernos, la forma en que será encendido el pebetero la noche del 27 de julio, se paseó por el Greenwich Park, sede del famoso meridiano y del observatorio real.
Nadia Comaneci, la otrora niña de los 10, por sus calificaciones perfectas en la gimnasia de la justa olímpica de Montreal-76, fue una de las protagonistas este sábado del movimiento de la antorcha por Londres.
Empero, otras personas no la pasan también con este espacio de alegría que constituye un evento de tal naturaleza que agrupa a todos los países del concierto de Naciones Unidas y, en total, a 204 comités olímpicos nacionales.
De acuerdo con fuentes concordantes, la policía emprendió acciones de limpieza y seguridad en las llamadas zonas rosas de la ciudad, con acento en los burdeles, bares de dudosa reputación y barrios marginales.
El alcalde de Londres, Boris Johnson, no niega el propósito de reducir a la mínima expresión las actividades de la prostitución, al considerar que se asocia con bastante frecuencia al consumo y tráfico de drogas.
Tampoco ofrece una imagen agradable el despliegue de militares en todos los sitios relacionados con los Juegos Olímpicos para rígidos controles de seguridad.