Hay dominios que son incontestables, incluso en los Juegos Olímpicos. Tal es el caso del baloncesto femenino, acaparado por Estados Unidos en seis de las nueve convocatorias bajo los cinco aros.
En Montreal´76 comenzó la historia del baloncesto para damas en citas estivales y por dos veces consecutivas la Unión Soviética impuso respeto, pero a partir de Los Ángeles´84 casi nadie ha podido disputar el mando de las norteñas, a quienes solo les escapó la corona en Barcelona´92, ante la Comunidad de Estados Independientes, escuadra que las superó en semifinales, la última derrota en Olimpiadas del conjunto de las barras y las estrellas en dos décadas.
Por si esto fuera poco, además del mencionado traspié, apenas otras dos derrotas aparecen en los registros de todas sus apariciones olímpicas, ante la Unión Soviética y Japón en 1976.
Uno se pregunta si tal proeza entra en los cabales de lo posible, duda que no es difícil despejar al descubrir la friolera de cuatro títulos olímpicos al hilo, sin apenas resistencia desde Atlanta´96, racha que pretenden extender en Londres, la capital británica.
Enclavadas en el grupo A, las chicas de Geno Auriemma ya acumulan un par de sencillas victorias ante Croacia y Angola, esta última por impresionante diferencia de 52 cartones.
La cara opuesta en la misma llave son las checas, subcampeonas mundiales hace dos temporadas, quienes han tropezado frente a China y Turquía, por ese orden. Precisamente las otomanas parecen embaladas a un resaltado notorio, que apuntale su segundo puesto en el más reciente Campeonato Europeo, en el que solo fueron superadas por Rusia, también invictas en Londres y líderes de la agrupación B.
En el mismo apartado sobresale Francia, bronce en el Eurobasket de Polonia´11, de muy buen rendimiento en la justa británica, amén de dos sonrisas frente a quintetos tradicionalmente fuertes al estilo de Brasil y Australia (tres platas y un bronce en los últimos cuatro Juegos Olímpicos), respectivamente.
Lo cierto es que ninguno de estos conjuntos parece tener variantes para contrarrestar la profundidad, el riguroso balance defensivo y las transiciones de vértigo de las norteñas. El 11 de agosto será el veredicto.
EL TEAM USA VUELVE A LAS PISTAS
Lo escribió el periodista español Juanma Rubio y no se debe acotar nada más: “Malas noticias para los rivales de Estados Unidos: los partidos duran 40 minutos. No son al menos los 48 del juego NBA pero son una eternidad con olor a azufre que no hay piernas ni espíritu que, o eso parece, lo aguanten. El Team USA es como una pesadilla supersónica que marcha de forma implacable. A veces con la potencia de un rinoceronte y a veces con la velocidad de un guepardo, el buldózer estadounidense está justo detrás de ti cuando más corres y te adelanta como un obús en cuanto muestras síntomas de flaqueza. A partir de entonces ya no lo ves y en ese instante, aunque ni siquiera te hayas dado cuenta y aunque quede un mundo por delante, ya has perdido el partido”.
Pese a todo lo anterior, las palabras de Lebron James, una de las luminarias del excelso plantel, indican que la cuestión puede ser mucho peor para los rivales. Pésimas noticias.
“No fue perfecto. Todavía tenemos margen para mejorar. Sufrimos demasiadas pérdidas de balón, faltas de más y hubo un par de rebotes defensivos que podríamos haber sumado”.
Con estos truenos, no muy tranquila debe andar la banda de Túnez, que con todo y su título africano en el 2011 y su gigante de siete pies Salah Mejri, no parece en condiciones reales de plantar cara a los chicos de Mike Krzyzewski.
En el resto de los partidos de segunda jornada resalta el Argentina-Francia, además del encuentro entre chinos y rusos (duelo de titanes entre Jianlian Yi y Andrei Kirilenko).
Por su parte, España intentará, ante Australia, continuar ensayando fórmulas en pos de llegar en mejores circunstancias a un hipotético y decisivo duelo con Estados Unidos; mientras Lituania buscará redimirse de una gris presentación frente a la albiceleste par de días atrás.
En otro orden, algo más que Luol Deng y Pops Mensah-Bonsu necesitarán los locales si quieren plantar cara a la muy bien posicionada escuadra de Brasil, con hambre de éxitos tras 16 años fuera del panorama olímpico.
En Montreal´76 comenzó la historia del baloncesto para damas en citas estivales y por dos veces consecutivas la Unión Soviética impuso respeto, pero a partir de Los Ángeles´84 casi nadie ha podido disputar el mando de las norteñas, a quienes solo les escapó la corona en Barcelona´92, ante la Comunidad de Estados Independientes, escuadra que las superó en semifinales, la última derrota en Olimpiadas del conjunto de las barras y las estrellas en dos décadas.
Por si esto fuera poco, además del mencionado traspié, apenas otras dos derrotas aparecen en los registros de todas sus apariciones olímpicas, ante la Unión Soviética y Japón en 1976.
Uno se pregunta si tal proeza entra en los cabales de lo posible, duda que no es difícil despejar al descubrir la friolera de cuatro títulos olímpicos al hilo, sin apenas resistencia desde Atlanta´96, racha que pretenden extender en Londres, la capital británica.
Enclavadas en el grupo A, las chicas de Geno Auriemma ya acumulan un par de sencillas victorias ante Croacia y Angola, esta última por impresionante diferencia de 52 cartones.
La cara opuesta en la misma llave son las checas, subcampeonas mundiales hace dos temporadas, quienes han tropezado frente a China y Turquía, por ese orden. Precisamente las otomanas parecen embaladas a un resaltado notorio, que apuntale su segundo puesto en el más reciente Campeonato Europeo, en el que solo fueron superadas por Rusia, también invictas en Londres y líderes de la agrupación B.
En el mismo apartado sobresale Francia, bronce en el Eurobasket de Polonia´11, de muy buen rendimiento en la justa británica, amén de dos sonrisas frente a quintetos tradicionalmente fuertes al estilo de Brasil y Australia (tres platas y un bronce en los últimos cuatro Juegos Olímpicos), respectivamente.
Lo cierto es que ninguno de estos conjuntos parece tener variantes para contrarrestar la profundidad, el riguroso balance defensivo y las transiciones de vértigo de las norteñas. El 11 de agosto será el veredicto.
EL TEAM USA VUELVE A LAS PISTAS
Lo escribió el periodista español Juanma Rubio y no se debe acotar nada más: “Malas noticias para los rivales de Estados Unidos: los partidos duran 40 minutos. No son al menos los 48 del juego NBA pero son una eternidad con olor a azufre que no hay piernas ni espíritu que, o eso parece, lo aguanten. El Team USA es como una pesadilla supersónica que marcha de forma implacable. A veces con la potencia de un rinoceronte y a veces con la velocidad de un guepardo, el buldózer estadounidense está justo detrás de ti cuando más corres y te adelanta como un obús en cuanto muestras síntomas de flaqueza. A partir de entonces ya no lo ves y en ese instante, aunque ni siquiera te hayas dado cuenta y aunque quede un mundo por delante, ya has perdido el partido”.
Pese a todo lo anterior, las palabras de Lebron James, una de las luminarias del excelso plantel, indican que la cuestión puede ser mucho peor para los rivales. Pésimas noticias.
“No fue perfecto. Todavía tenemos margen para mejorar. Sufrimos demasiadas pérdidas de balón, faltas de más y hubo un par de rebotes defensivos que podríamos haber sumado”.
Con estos truenos, no muy tranquila debe andar la banda de Túnez, que con todo y su título africano en el 2011 y su gigante de siete pies Salah Mejri, no parece en condiciones reales de plantar cara a los chicos de Mike Krzyzewski.
En el resto de los partidos de segunda jornada resalta el Argentina-Francia, además del encuentro entre chinos y rusos (duelo de titanes entre Jianlian Yi y Andrei Kirilenko).
Por su parte, España intentará, ante Australia, continuar ensayando fórmulas en pos de llegar en mejores circunstancias a un hipotético y decisivo duelo con Estados Unidos; mientras Lituania buscará redimirse de una gris presentación frente a la albiceleste par de días atrás.
En otro orden, algo más que Luol Deng y Pops Mensah-Bonsu necesitarán los locales si quieren plantar cara a la muy bien posicionada escuadra de Brasil, con hambre de éxitos tras 16 años fuera del panorama olímpico.
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