España y Estados Unidos. Estados Unidos y España. Una de las dos será campeona olímpica el próximo domingo, mientras que la otra tendrá que conformarse con subirse al segundo peldaño y quedarse a un sólo paso del Olimpo. Tal y como adelantaban las quinielas previas a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, serán los americanos y los españoles los que se jueguen la gloria olímpica, reeditando las finales de Los Ángeles '84 y de Pekín '08.
Por tercera vez en su historia, España llega al último partido de una competición olímpica. En los dos casos el rival que le privó de de saborear el metal más preciado fue Estados Unidos. En los Juegos de Los Ángeles de 1984 la victoria americana fue inapelable e incontestable. Aquella plata supo a oro. España se convirtió en el mejor equipo del mundo, si excluimos a los 'marcianos' de la NBA que, por aquel entonces, estaban a otro nivel.
Más dolorosa, sin embargo, fue la derrota en la final de Pekín. En aquella ocasión España llegaba con posibilidades serias de vencer. La generación de los 'juniors de oro' había logrado triunfar a nivel profesional y había convertido a la selección española en un referente a nivel mundial. Eran campeona de Europa y del Mundo y sólo la unión de algunos de los mejores jugadores de la NBA podía separarles del oro olímpico.
Después de cuarenta minutos durante los cuales una joven y osada España plantó cara a un combinado de los mejores jugadores americanos de la NBA, el título acabó viajando hacia las Américas. Para el recuerdo siempre quedarán acciones mágicas como el mate de Rudy Fernández delante de Dwight Howard. Del mismo modo, siempre habrá un halo de oscuridad sobre una final que pudo quedar manchada por la parcialidad de los árbitros a favor de los estadounidenses -la regla de los pasos y demás.
Londres 2012, ¿a la tercera?
Haciendo caso del dicho, a la tercera iría la vencida. Empero, las sensaciones que ha dejado España durante todo el campeonato no llegan, ni por asomo, a las que ha dejado otros veranos. Los de Scariolo no han sido capaces de dominar a su gusto y antojo casi ningún partido. Como mucho lo consiguió en los dos primeros, ante China y Australia. A partir de ahí, ante los afitriones británicos sólo la experiencia nos salvó de un nuevo 'angolazo'. A continuación la derrota ante Rusia después de un primer cuarto perfecto hizo mucho daño y ante Brasil no se jugó nunca a más del 50%.
En los cuartos de final ante Francia y las semis ante Rusia se ha tenido que apelar a la épica para ganar. Los galos dominaron el tempo del partido, algo que hasta hace no mucho era costumbre en el equipo español. Por suerte, España impuso su calidad y su esfuerzo defensivo y sacó el partido adelante. Ante Rusia se logró algo aún más difícil. Se derrotó a uno de los mejores equipos de los Juegos después de un primer tiempo lamentable, en el que España sacó a relucir todos sus defectos. La segunda parte fue totalmente distina y, aunque alejada de la brillantez de épocas anteriores, sí fue digna de sobresaliente y merecedera de la final olímpica.
Con este historial se presenta España en la final. No es, ni muchos menos, favorita. Tampoco lo era en Pekín, aunque entonces existía la ilusión posible de derrotar a los americanos. En esta ocasión parece que la realidad pesimista se ha apoderado de la afición -salvo de los optimistas tildados de locos- y la pregunta que fluye por las cabezas es de cuánto vamos a perder el domingo.
Cierto que enfrente está el 'Dream Team del siglo XXI', el cual está igualando o superando los registros establecidos por aquel equipo de ensueño que jugó en Barcelona. Es verdad, también, que el equipo lo conforman muchos jugadores que a no mucho tardar formarán parte del 'Hall of Fame' de la NBA, la mejor liga del mundo. Y, por último, es irrefutable que el físico de los hombres de 'Coach K' es infinitamente superior a los españoles, amén de que su porcentaje de tiro es espectacular.
Nada es imposible para ti
Sin embargo, y apelando a la esperanza de ese loco chiflado que cree en los imposibles, no es menos cierto que los americanos tendrán enfrente a una campeona del mundo y dos veces campeona de Europa. Pau Gasol lidera la mejor selección española de la historia. Una selección que no es sólo un conjunto de estrellas, si no que es un conjunto de estrellas que trabajan a la vez, que llevan al límite el significado de la palabra sinergia.
Puede que los hermanos Gasol no estén entonados porque están siendo muy bien defendidos. Puede que Felipe Reyes no esté tan joven como antes, y que Ibaka aún esté un poco verde. Quizá Claver y Sada no aporten nada porque no entran en la rotación y Rudy y Navarro están a un nivel muy inferior por sus problemas físicos. Pero, pese a todo esto, no deja de ser la selección española. Ese equipo que paraliza España cada vez que juega, que introdujo para siempre el ba-lon-ces-to -Pepu dixit- en los colegios y en las calles de nuestro país, que nos ha hecho vivir momentos inolvidables, que nos ha hecho darnos cuenta de la importancia de la amistad, que hemos admirado y vanagloraido tanto y, por último, ese equipo que nos ha hecho vibrar, emocionarnos y sentirnos felices.
Si hay alguien que merece un voto de confianza, que merece que creamos en que el milagro es posible, son ellos. Es difícil, sí, pero no imposible; el domingo lo demostrarán los doce 'jugones' que nos representarán en la final olímpica de Londres.
Por tercera vez en su historia, España llega al último partido de una competición olímpica. En los dos casos el rival que le privó de de saborear el metal más preciado fue Estados Unidos. En los Juegos de Los Ángeles de 1984 la victoria americana fue inapelable e incontestable. Aquella plata supo a oro. España se convirtió en el mejor equipo del mundo, si excluimos a los 'marcianos' de la NBA que, por aquel entonces, estaban a otro nivel.
Más dolorosa, sin embargo, fue la derrota en la final de Pekín. En aquella ocasión España llegaba con posibilidades serias de vencer. La generación de los 'juniors de oro' había logrado triunfar a nivel profesional y había convertido a la selección española en un referente a nivel mundial. Eran campeona de Europa y del Mundo y sólo la unión de algunos de los mejores jugadores de la NBA podía separarles del oro olímpico.
Después de cuarenta minutos durante los cuales una joven y osada España plantó cara a un combinado de los mejores jugadores americanos de la NBA, el título acabó viajando hacia las Américas. Para el recuerdo siempre quedarán acciones mágicas como el mate de Rudy Fernández delante de Dwight Howard. Del mismo modo, siempre habrá un halo de oscuridad sobre una final que pudo quedar manchada por la parcialidad de los árbitros a favor de los estadounidenses -la regla de los pasos y demás.
Londres 2012, ¿a la tercera?
Haciendo caso del dicho, a la tercera iría la vencida. Empero, las sensaciones que ha dejado España durante todo el campeonato no llegan, ni por asomo, a las que ha dejado otros veranos. Los de Scariolo no han sido capaces de dominar a su gusto y antojo casi ningún partido. Como mucho lo consiguió en los dos primeros, ante China y Australia. A partir de ahí, ante los afitriones británicos sólo la experiencia nos salvó de un nuevo 'angolazo'. A continuación la derrota ante Rusia después de un primer cuarto perfecto hizo mucho daño y ante Brasil no se jugó nunca a más del 50%.
En los cuartos de final ante Francia y las semis ante Rusia se ha tenido que apelar a la épica para ganar. Los galos dominaron el tempo del partido, algo que hasta hace no mucho era costumbre en el equipo español. Por suerte, España impuso su calidad y su esfuerzo defensivo y sacó el partido adelante. Ante Rusia se logró algo aún más difícil. Se derrotó a uno de los mejores equipos de los Juegos después de un primer tiempo lamentable, en el que España sacó a relucir todos sus defectos. La segunda parte fue totalmente distina y, aunque alejada de la brillantez de épocas anteriores, sí fue digna de sobresaliente y merecedera de la final olímpica.
Con este historial se presenta España en la final. No es, ni muchos menos, favorita. Tampoco lo era en Pekín, aunque entonces existía la ilusión posible de derrotar a los americanos. En esta ocasión parece que la realidad pesimista se ha apoderado de la afición -salvo de los optimistas tildados de locos- y la pregunta que fluye por las cabezas es de cuánto vamos a perder el domingo.
Cierto que enfrente está el 'Dream Team del siglo XXI', el cual está igualando o superando los registros establecidos por aquel equipo de ensueño que jugó en Barcelona. Es verdad, también, que el equipo lo conforman muchos jugadores que a no mucho tardar formarán parte del 'Hall of Fame' de la NBA, la mejor liga del mundo. Y, por último, es irrefutable que el físico de los hombres de 'Coach K' es infinitamente superior a los españoles, amén de que su porcentaje de tiro es espectacular.
Nada es imposible para ti
Sin embargo, y apelando a la esperanza de ese loco chiflado que cree en los imposibles, no es menos cierto que los americanos tendrán enfrente a una campeona del mundo y dos veces campeona de Europa. Pau Gasol lidera la mejor selección española de la historia. Una selección que no es sólo un conjunto de estrellas, si no que es un conjunto de estrellas que trabajan a la vez, que llevan al límite el significado de la palabra sinergia.
Puede que los hermanos Gasol no estén entonados porque están siendo muy bien defendidos. Puede que Felipe Reyes no esté tan joven como antes, y que Ibaka aún esté un poco verde. Quizá Claver y Sada no aporten nada porque no entran en la rotación y Rudy y Navarro están a un nivel muy inferior por sus problemas físicos. Pero, pese a todo esto, no deja de ser la selección española. Ese equipo que paraliza España cada vez que juega, que introdujo para siempre el ba-lon-ces-to -Pepu dixit- en los colegios y en las calles de nuestro país, que nos ha hecho vivir momentos inolvidables, que nos ha hecho darnos cuenta de la importancia de la amistad, que hemos admirado y vanagloraido tanto y, por último, ese equipo que nos ha hecho vibrar, emocionarnos y sentirnos felices.
Si hay alguien que merece un voto de confianza, que merece que creamos en que el milagro es posible, son ellos. Es difícil, sí, pero no imposible; el domingo lo demostrarán los doce 'jugones' que nos representarán en la final olímpica de Londres.