Lloró con sentimiento "en español e inglés", decía emocionado pero sin perder el afilado sentido del humor un colega de República Dominicana al referirse a Félix Sánchez en su encumbramiento en los XXX Juegos Olímpicos de Londres-2012.
No andaba muy lejos de la verdad. La fina lluvia que matizaba el grandioso espectáculo del atletismo en agosto pasado en Stratford, con 80 mil personas inamovibles en los graderíos del estadio, se convertiría en un componente de poesía y metáfora en boca de Super Félix.
Segunda medalla de oro en los 400 metros con vallas, después de aquella del 28 de agosto de 2004 en Atenas, donde corrió con una manilla roja en su muñeca derecha que venía como souvenir de Sydney-2000, y en su pecho oculta, una camiseta con la ese de Superman.
Empero en Atenas era el favorito. Todos esperaban que el dominicano, admirador de Edwin Moses, el otrora imbatible astro de los 400 con vallas, se alzara con el triunfo. En Londres ya era una hazaña ver a Félix Sánchez entre los finalistas.
El hombre a derrotar, el candidato de los especialistas al galardón dorado en la capital británica, tenía también acento latin Javier Culson, de Puerto Rico. A su sombra, el veterano de 35 años de la tierra del merengue, a quien muchos miraban como telonero.
Nada más lejos de la verdad. Super Félix enviaba sus avisos con una sólida clasificación para la final, después de registrar magníficos cronos. Igual las cábalas apuntaban inalterables hacia la figura de Culson y a los estadounidenses Michael Tinsley y Angelo Taylor.
La noche del 6 de agosto de 2012 fue una de las más frías y lluviosas de Londres. Sánchez se ajustaba las zapatillas con especial apego. Era su primer secret estaba escrito el nombre de su abuela Lilian Peña, su madre-abuela como subrayaban amigos dominicanos.
A menos de 100 metros de la meta, las intenciones de Sánchez se hicieron evidentes y los 47,63 segundos lapidarios, mientras al boricua Culson se le terminaba el segundo aire y debió conformarse con el tercer lugar, detrás incluso de Tinsley.
Félix Sánchez mostraba debajo de su camiseta una foto de Lilian Peña que besaba de forma incesante mirando al cielo. Pero el momento más emotivo llegaría luego durante la ceremonia de premiación.
Al recibir su segunda presea de oro olímpica en la historia, las únicas por cierto de República Dominicana, e izarse la bandera de su país, comenzó a llorar copiosamente en el podio, al punto de conmover a los aficionados que le tributaron varias ovaciones.
-Cuando en Beijing no pude ni siquiera acercarme a una medalla, fue el día más triste de mi vida, porque había conocido en la madrugada de la muerte de mi abuela, quien fue la persona que cuidó de mí desde niño en Estados Unidos, confesó a Orbe.
Me sentí con una deuda de gratitud con ella y me prometí, aunque muchas veces tuve mis dudas, de que un día volvería a las pistas a lo grande. Ya con el oro sobre mi pecho y esa llovizna me puse a pensar que eran lágrimas de felicidad de mi abuela que venían del cielo.
Pasaron cerca de siete años, tocado por las lesiones, y lo mejor que había logrado era una medalla de plata en el campeonato mundial de Osaka, Japón en 2007, y bronce en los Juegos Panamericanos de Guadalajara, México en 2011.
Londres será para siempre un momento inolvidable, declaró Sánchez, desde ya fuerte aspirante a incluirse entre los Cinco Mejores Deportistas de Latinoamérica en 2012 en la encuesta que realizará Prensa Latina en los meses venideros.
Me retiro, probablemente en dos años, recalcó el astro dominicano quien anticipó que espera algún día tener una hija a quien llamará Liliana, en honor a su entrañable abuela Lilian.
No andaba muy lejos de la verdad. La fina lluvia que matizaba el grandioso espectáculo del atletismo en agosto pasado en Stratford, con 80 mil personas inamovibles en los graderíos del estadio, se convertiría en un componente de poesía y metáfora en boca de Super Félix.
Segunda medalla de oro en los 400 metros con vallas, después de aquella del 28 de agosto de 2004 en Atenas, donde corrió con una manilla roja en su muñeca derecha que venía como souvenir de Sydney-2000, y en su pecho oculta, una camiseta con la ese de Superman.
Empero en Atenas era el favorito. Todos esperaban que el dominicano, admirador de Edwin Moses, el otrora imbatible astro de los 400 con vallas, se alzara con el triunfo. En Londres ya era una hazaña ver a Félix Sánchez entre los finalistas.
El hombre a derrotar, el candidato de los especialistas al galardón dorado en la capital británica, tenía también acento latin Javier Culson, de Puerto Rico. A su sombra, el veterano de 35 años de la tierra del merengue, a quien muchos miraban como telonero.
Nada más lejos de la verdad. Super Félix enviaba sus avisos con una sólida clasificación para la final, después de registrar magníficos cronos. Igual las cábalas apuntaban inalterables hacia la figura de Culson y a los estadounidenses Michael Tinsley y Angelo Taylor.
La noche del 6 de agosto de 2012 fue una de las más frías y lluviosas de Londres. Sánchez se ajustaba las zapatillas con especial apego. Era su primer secret estaba escrito el nombre de su abuela Lilian Peña, su madre-abuela como subrayaban amigos dominicanos.
A menos de 100 metros de la meta, las intenciones de Sánchez se hicieron evidentes y los 47,63 segundos lapidarios, mientras al boricua Culson se le terminaba el segundo aire y debió conformarse con el tercer lugar, detrás incluso de Tinsley.
Félix Sánchez mostraba debajo de su camiseta una foto de Lilian Peña que besaba de forma incesante mirando al cielo. Pero el momento más emotivo llegaría luego durante la ceremonia de premiación.
Al recibir su segunda presea de oro olímpica en la historia, las únicas por cierto de República Dominicana, e izarse la bandera de su país, comenzó a llorar copiosamente en el podio, al punto de conmover a los aficionados que le tributaron varias ovaciones.
-Cuando en Beijing no pude ni siquiera acercarme a una medalla, fue el día más triste de mi vida, porque había conocido en la madrugada de la muerte de mi abuela, quien fue la persona que cuidó de mí desde niño en Estados Unidos, confesó a Orbe.
Me sentí con una deuda de gratitud con ella y me prometí, aunque muchas veces tuve mis dudas, de que un día volvería a las pistas a lo grande. Ya con el oro sobre mi pecho y esa llovizna me puse a pensar que eran lágrimas de felicidad de mi abuela que venían del cielo.
Pasaron cerca de siete años, tocado por las lesiones, y lo mejor que había logrado era una medalla de plata en el campeonato mundial de Osaka, Japón en 2007, y bronce en los Juegos Panamericanos de Guadalajara, México en 2011.
Londres será para siempre un momento inolvidable, declaró Sánchez, desde ya fuerte aspirante a incluirse entre los Cinco Mejores Deportistas de Latinoamérica en 2012 en la encuesta que realizará Prensa Latina en los meses venideros.
Me retiro, probablemente en dos años, recalcó el astro dominicano quien anticipó que espera algún día tener una hija a quien llamará Liliana, en honor a su entrañable abuela Lilian.
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