Ha comenzado el atletismo, el deporte rey de los Juegos Olímpicos. El atletismo nos conecta con el pasado, es el cable a tierra que descarga las neurosis del mundo moderno, con su simple narrativa del atleta que corre, salta o arroja. Esta sencillez tiene mucho que ver con la fascinación que despierta.
Para correr 100 metros no se necesita un reglamento complicado ni el control de un árbitro inglés con un silbato: los atletas se colocan en la partida, toman aire, se concentran, aprietan los dientes y corren. Ya está, así de simple.
El público reconoce esta importancia y tradicionalmente ha festejado de manera especial al atleta que le ofrece la satisfacción más breve y fugaz de todas, al que corre durante diez segundos y se retira coronado de gloria.
La gloria en un instante, en un abrir y cerrar de ojos. No hay un momento deportivo tan perfecto como los 100 metros, por la brevedad, la belleza, la intensidad y lo que
Para correr 100 metros no se necesita un reglamento complicado ni el control de un árbitro inglés con un silbato: los atletas se colocan en la partida, toman aire, se concentran, aprietan los dientes y corren. Ya está, así de simple.
El público reconoce esta importancia y tradicionalmente ha festejado de manera especial al atleta que le ofrece la satisfacción más breve y fugaz de todas, al que corre durante diez segundos y se retira coronado de gloria.
La gloria en un instante, en un abrir y cerrar de ojos. No hay un momento deportivo tan perfecto como los 100 metros, por la brevedad, la belleza, la intensidad y lo que